Los plásticos son sustancias químicas sintéticas formadas por polímeros, es decir, macromoléculas compuestas por la unión, mediante enlaces covalentes, de una o más unidades simples llamadas monómeros. Una de sus principales características es su maleabilidad, la capacidad de moldearse para formar objetos sólidos. Gracias a esta propiedad, se han convertido en uno de los materiales más utilizados en el mundo, estando presentes en casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana.
Existen distintas formas de clasificar los plásticos, pero la más común utiliza un sistema de numeración del 1 al 7, creado por la Sociedad de la Industria del Plástico (SPI):
- Número 1: Polietileno Tereftalato (PET). Es un material ligero, transparente y resistente al calor. Se utiliza principalmente en botellas de agua, refrescos y envases de alimentos.
- Número 2: Polietileno de Alta Densidad (HDPE). Es un material resistente a los impactos, a la tracción y a temperaturas tanto altas como bajas. Se utiliza para fabricar diversos tipos de envases para productos domésticos, así como juguetes y tuberías para agua y gas.
- Número 3: Policloruro de Vinilo (PVC). Se caracteriza por su alta resistencia y durabilidad. Este plástico se utiliza principalmente en la construcción, por ejemplo, en ventanas y cañerías industriales. También tiene otros usos, como en la fabricación de tarjetas de crédito.
- Número 4: Polietileno de Baja Densidad (LDPE). Este material puede ser transparente o translúcido, es flexible y resistente a productos químicos. Uno de sus usos principales es en la fabricación de bolsas (como las de supermercado o basura) y film transparente.
- Número 5: Polipropileno (PP). Es resistente a productos químicos y al impacto. Algunos ejemplos de su uso incluyen tapas de botellas, pajitas, productos sanitarios, material de laboratorio e incluso componentes automovilísticos.
- Número 6: Poliestireno (PS). Considerado uno de los plásticos con mejor transparencia y brillo en su estado puro. Su aplicación se da en envases, material de laboratorio, electrónica (como lentes ópticas) y en la construcción (como placas aislantes).
- Número 7: Otros plásticos. Incluye materiales como policarbonato, nylon, bioplásticos o mezclas de plásticos. Un ejemplo de su uso son los CDs de plástico.
Además, para identificar a cada tipo de plástico, se utiliza el símbolo de la Banda de Möbius, diseñado en 1970 por Gary Anderson. Este símbolo consiste en una figura geométrica con tres flechas que representan los tres procesos principales del reciclaje: reciclar, reducir y reutilizar. Dentro de cada triángulo aparece un número del 1 al 7, según la clasificación de la Sociedad de la Industria del Plástico (SPI). Este sistema no solo sirve para la identificación de los plásticos, sino también para facilitar el proceso de reciclaje de estos materiales.

Como norma general, cuanto más bajo es el número del código de reciclaje, más fácil es su reciclaje. Por ejemplo, el PET (1) y el HDPE (2) son ampliamente reciclables, mientras que los plásticos del grupo 7, al estar compuestos por mezclas, casi nunca se reciclan. Cada tipo de plástico se recicla de una manera determinada, y es por esto que su tasa de reciclaje varía:
El PET, tras depositarse en el contenedor amarillo, se puede reciclar mediante dos métodos: el químico, aún en desarrollo, y el más común, el mecánico, que consiste en trocear el plástico en pequeños fragmentos llamados granza, los cuales pueden mezclarse con otros elementos según el uso que se les quiera dar. Sin embargo, estos plásticos no se reciclan tanto como se debería, y al haber productos de un solo uso, hace que muchos de estos acaben en el vertedero. En 2022 la tasa de reciclaje en Europa de PET fue de 60%, superando el 45% que se dio en 2020.
Por otra parte, el HDPE se recicla en una proporción del 28,5% sin apenas rechazos en la planta de tratamiento. Una vez depositado en el contenedor amarillo, el envase de HDPE es llevado a una planta de selección donde, mediante separadores ópticos, se identifica y separa del resto de materiales. Luego, se tritura, se lava y se separa por flotación de impurezas como papel, etiquetas o restos orgánicos. Posteriormente, se seca mediante una combinación de centrifugado y aire, y pasa al proceso de extrusión, en el que se obtiene la granza, lista para fabricar nuevos productos.
El PVC es uno de los plásticos más contaminantes, puesto que, durante su producción, uso y disposición, utiliza sustancias químicas tóxicas y genera impactos ambientales negativos. Este plástico puede ser reciclado, aunque este proceso tiene más dificultad que los dos anteriores. El 82 % de los residuos globales de PVC termina en vertederos, el 15 % se incinera y solo el 3 % se recicla. Su reciclaje comienza con su recolección mediante sistemas como contenedores. Luego, los materiales se clasifican por tipo y calidad, para posteriormente ser triturados y molidos en partículas pequeñas. Tras esto, se realiza una limpieza para eliminar impurezas y, una vez limpio, el PVC se funde y se extruye en forma de pellets, láminas o perfiles, listos para ser reutilizados.
El LDPE tiene menos densidad que el HDPE, lo que hace que su reciclaje sea más complejo, y por esto, solo el 5% del LDPE que se produce es reciclado. Una vez que se ha depositado en el contenedor amarillo, se traslada a una planta de selección, donde se separa, se transporta en balas a una planta de reciclaje, se tritura, se lava por flotación para eliminar impurezas y se seca por presión. Después, el material limpio pasa al proceso de extrusión y granceado, para fabricar nuevos productos.
En cuanto al PP, su reciclaje comienza con la recolección y clasificación de los residuos plásticos. Luego, estos se trituran en pequeños trozos. Después la granza se funde y se moldea para fabricar nuevos productos. Aunque su reciclaje no es de los más sencillos, es un plástico reciclable, y solo se recicla entre el 1 y el 5% de este plástico.
El proceso de reciclaje del PS es más complejo, puesto que implica compactar el material para reducir su volumen para poder transportarlo a plantas de reciclaje. Al ser un proceso más costoso, muchas instalaciones no lo llevan a cabo y hace que gran parte de este material termine en vertederos, y, por tanto, es uno de los más contaminantes. En 2018 se recoge el dato de que el 3,6% de PS producido fue reciclado.
En el caso de los plásticos número 7, la mayoría no pueden reciclarse, por lo que deberían depositarse en un punto limpio, donde se lleva a cabo su clasificación.
Tras observar dichos datos, podemos ver cómo aún queda mucho por mejorar en cuanto al reciclaje de los plásticos y la contaminación que estos generan. Para corregirlo, deberíamos comenzar con la reducción de su producción para proteger nuestro planeta. Esto no solo ayudará a disminuir la cantidad de residuos plásticos que generamos, sino también a llevar un estilo de vida más sostenible y responsable.
En primer lugar, reciclar de manera adecuada es fundamental. Separar los plásticos y otros materiales reciclables en nuestros hogares y llevarlos a sus respectivos contenedores es una acción sencilla pero significativa, ya que, el reciclaje reduce la necesidad de producir nuevos plásticos, lo que a su vez disminuye la cantidad de residuos que llegan a los vertederos y al medio ambiente. Reducir el consumo de plásticos de un solo uso es otra de las claves para su reducción. Esto incluye evitar productos como botellas de plástico desechables, pajitas de plástico, bolsas de plástico y los envases de plástico innecesarios, como por ejemplo comprando a granel si es posible. Además, debemos reutilizar todo lo que sea posible. Optar por alternativas reutilizables, como botellas de acero inoxidable, bolsas de tela y utensilios de metal… Además, en lugar de desechar objetos de plástico, podemos buscar otras alternativas para reutilizarlos.
Si todos los ciudadanos adoptamos estas prácticas en nuestra vida diaria, podremos reducir significativamente la cantidad de plásticos que se producen, y a su vez, la contaminación.
Artículo redactado por Carla González Galea. Título de Daniel García Montes.